LAS COSAS QUE DE VERDAD IMPORTAN NUNCA SON EN BLANCO Y NEGRO

 
De la mano de la amistad recibí unos regalos maravillosos; el primero, fue el libro Ángela Merkel. Crónica de una era,[1] que en un arranque súbito de bendita generosidad, me regaló Hortensia Aragón, quien, esperemos, en breve empezará a entrar y a salir de estas páginas como Pedro por su casa, ya lo verán; y el segundo, de mi sobrina Lily, quien se deshizo en disculpas que porque los libros costaban apenas como nueve euros cada uno, pero no, esque tío, al tipo de cambio tú no sabes, está carísimo, y el envío, yo creo que me estafaron, ¡ay, Dios, qué pena! y desde Uruapan (¿o era Europa?) y así.
 
Como sea, el título de estos párrafos obedece a que, en una de las páginas del primero, leí esta cita: “la esperanza no es la convicción de que algo va a terminar bien, sino la certidumbre de que algo tiene sentido al margen de cómo acabe”;[2] y me encantó porque así es. No hay modo de saber qué nos depara el futuro por más esfuerzo que empeñemos en ello, ni siquiera podemos atisbar en las entrañas de la verdadera razón de las cosas; solo queda, o debería quedarnos, la creencia de que lo que hacemos está bien, de que vale la pena, de que el sacrificio o el anhelo, se justifican por la bondad de la causa. Lo demás no sirve. Pero, ¿qué es lo demás?
 
Esa indefinición, me recordó una frase que cito a la menor provocación y que, siempre, siempre, siempre, debo buscar en la web (esta no fue la excepción), dice: “No hay verdades únicas, ni luchas finales, pero aún es posible orientarnos mediante las verdades posibles contra las no verdades evidentes y luchar contra ellas”, escrita hará una friolera de años por don Manuel Vázquez Montalbán; y ahí es donde entra Ileana mi sobrina porque sus dos libros de regalo, de méndigos nueve euros cada uno, son de él precisamente. ¿Y qué creen? Me enamoré.
 
¡Qué bien escribe, carajo! Y es que, quizá ustedes no lo sepan, pero es muy difícil hallar un autor así, que se te quemen las manos y los ojos por leerlo; que te dé miedo que se acabe el libro; que te suden los dedos por pasar sus páginas y te duela un poco cuando lees la palabra “fin” o das vuelta a la última hoja. Y don Manuel, bueno, se murió hace un montón de años, casi veinte, y no voy a poder conocerlo sino por lo que dejó escrito; y hoy empiezo esa afición que cultivo desde hace lustros: cazar libros.
 
Así que, a la próxima ida a España, si Dios quiere, me voy a ir encuerado (metafóricamente hablando, no vayan a pensar que voy a ir a pasear mis miserias por la calle de Alcalá y poner en mal el nombre de México), porque me voy a ir nomás con el libro de papel que lleve en mano (los electrónicos se reservan para el Camino de Santiago) y me voy a regresar con una minibiblioteca erigida en loor de don Manuel, a quien pienso apearle el “don” en cuanto nos agarremos tantita confianza.
 
Bien, el título de estos pliegos se justifica porque, creo, las cosas que de verdad importan nunca son en blanco y negro; como las dos citas lo insinúan, en los requiebros del lenguaje se agazapan multitud de guiños, en las esquinas de las palabras se abren bifurcaciones insospechadas y los sustantivos de los sujetos y los verbos de los predicados, se visten y desvisten a capricho y a su real antojo. Qué difícil es albergar certezas sobre aquello que de verdad importa y mueve al mundo: ¿Qué es el amor? ¿Qué la lealtad? ¿Qué la verdad o el valor? ¿Qué la amistad?
 
No, no hay modo de asir, de comprender a cabalidad (o de intentarlo al menos), aquello que de verdad importa, si no es con la porfía de la reflexión constante, en un intenso soliloquio (diálogo de loco) o en un ejercicio de auténtica mayéutica socrática, pero diálogo al fin, que alumbre el entendimiento e ilumine las aristas, los recovecos, de ideas y conceptos. Para eso sirve la filosofía, ese bien tan escaso hoy en día.
 
En fin, como dijo don Manuel: “No hay verdades únicas, ni luchas finales, pero aún es posible orientarnos mediante las verdades posibles contra las no verdades evidentes y luchar contra ellas”. No claudiquemos.
 
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Luis Villegas Montes.
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[1] CARBAJOSA, Ana. Ángela Merkel. Crónica de una era, Ariel, España, 2021.
[2] Ibídem, p. 126.

INFELIZ O BOQUEADAS DE UN CADÁVER INSEPULTO

La semana pasada, el exgobernador Javier Corral Jurado dio la nota al hacer una serie de infundadas declaraciones que, otra vez, pretenden dejar mal parado al Tribunal Superior de Justicia del Estado. Al quite, salió la magistrada Myriam Hernández a poner los puntos sobre las íes y a responderle al malhadado exmandatario.[1]

Después del desgarriate que dejó atrás, del desgobierno arrasador que generó su pésima gestión, Javier Corral le da vuelo a lo único que le queda, lo único que tiene y ha tenido jamás, la lengua.

Con singular alegría, víctima de esa ceguera selectiva que le caracteriza, Javier Corral malamente intenta encubrir su fracaso en todos los órdenes, con esa verborrea enfermiza que es el signo de casa.

Indolente, perezoso, sórdido y, por ende, incapaz de comprender lo que significan certidumbre, rumbo, trabajo o compromiso, su feraz coprolalia lo ensucia todo a su paso (o por lo menos lo intenta) en un estallido, otro más, de vociferante mezquindad.

Javier debería hacerse el favor a sí mismo de contenerse y otorgarse el equívoco perdón del mutismo, de cultivar el arte de volverse invisible. Vienen tiempos duros para el exgobernador, él mejor que nadie debería saberlo; multitud de personas, a lo largo y ancho del Estado, e incluso fuera de sus fronteras, están ansiosos por llamarlo a cuentas; de reclamarle legalmente el daño, justificado o no, que su soberbia, desmesura y estulticia provocaron.

Muerto para la política nacional (o local), al menos bajo las siglas del PAN, las que lo vieron nacer y a las que les debe todo, a Javier solo le queda traicionar a su partido de toda la vida e ir a buscar el cobijo innoble de MORENA o Movimiento Ciudadano, buscando un fuero que lo salve temporalmente de la destrucción que ya se anuncia. Eso, o procurar caer en el olvido y refugiarse en su opulenta, y nuevecita, mansión juarense o, mejor aún, su cabaña de palos en la sierra de Chihuahua.

De poco o nada le sirvió a Corral hacer el camino de Santiago, si es que efectivamente lo recorrió en alguno de sus tramos, pues regresa más camorrista y hocicón que nunca; eso, o su farfullar es reflejo del nervioso desahogo que el miedo produce; después de todo, no anda en burro (el miedo) y a la larga, el temor escuece, cala, estupidiza, cansa.

En todo caso, eso es de lo que estamos siendo testigos los chihuahuenses, de un pobre hombre que perdió su consistencia proverbial, para convertirse en una sombra apenas, lamentable remedo de sí mismo, alma en pena, ciudadano de a pie cuya sed de reflectores solo es posible colmar con el espectáculo infame de exhibir su patológica inclinación por el exabrupto y el artificio de su grotesca retórica.

La semana pasada, hablaba con alguien sobre la naturaleza, o alcance, de un insulto que a mí, en lo particular, no me parece gran cosa: “infeliz”. Mi interlocutor rio y me dijo: “no, bueno, hombre, para el tipo de insultos que andamos manejando, sí parece poca cosa”; me reí. Hoy lo recuerdo porque detrás de esas tres sílabas, si bien no hallo la fuerza y el agravio que para mí la voz “insulto” exige, sí reconozco un cariz de tristeza infinita. Infeliz, un ser no feliz, vacío (quizá vaciado) de sí, indigente emocional, necesitado de afectos, incapaz de sentir la sencilla y muelle alegría que nos brinda la satisfacción del deber cumplido, del trabajo bien hecho.

Sí, a caballo de su maledicencia inagotable, Javier Corral es eso y poco más: un pobre infeliz que todavía respira.

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[1] Nota de Ricardo Holguín titulada “Miente Corral, no soy ahijada de Duarte a mí me eligió Pleno libremente: Myriam Hernández”, publicada el 23 de enero de 2022, por El Heraldo de Chihuahua.

LA RATIFICACIÓN DE LOS JUECES PENALES

 
Abordar este asunto, decidirme a abordarlo, me tomó días. ¿Hasta dónde era pertinente? ¿Hasta dónde me lleva mi responsabilidad como Consejero? ¿Hasta dónde abundar? ¿Porqué hacerlo?
 
En un mar de dudas, como siempre que abordo estos temas, me dije a mi mismo: “Mi mismo, ni modo, y ámonos; ya Dios dirá”.
 
En primer lugar, debo dejar sentado que no pienso traicionar ninguna confidencia ni ninguna obligación de secrecía de las que pautan mi encomienda; no diré, también como acostumbro, nada que no sea público ni que no haya sido ventilado antes.
 
Se trata de un afán de clarificar el antecedente inmediato que motivó la ratificación de veintiocho jueces penales.
 
Ceñidos al orden jurídico que nos rige, los integrantes del Consejo, con estupor, nos dimos cuenta que en el curso del trámite no había elementos bastantes ni suficientes para ratificar, o no, a los jueces penales; caso distinto ocurrió con los jueces civiles y familiares pues, en la especie, había elementos para no ratificar a quienes no lo fueron, pues basta y sobra con ver la sesión correspondiente para darse cuenta que la propia Presidencia del Tribunal debió abstenerse en los tres casos, primero, porque en uno de ellos había sido parte; y segundo, porque en los dos restantes ella había dado vista al Consejo con multitud de incidencias; hechos, todos, cuyos pormenores constan en la sesión pública respectiva.
 
Por lo que hace a los veintiocho jueces de los que se habla, el sentido de la resolución se precisó desde el arranque de la propia sesión; y así, la Presidencia leyó un comunicado del que se destacan cuatro cosas:
 
1.    Como queda dicho, el pleno del Consejo no contó con la totalidad de los elementos y la información necesarios para llevar a buen término el citado procedimiento;
 
2.    Las faltas y omisiones respecto de los distintos trámites marcados por la Constitución y Ley Orgánica del Poder Judicial del Estado, no fueron satisfechos en su totalidad, en su oportunidad. Es decir, en todos los casos la información con la que se contó es limitada o está incompleta;
 
3.    En esa virtud, por acuerdo unánime, se determinó continuar con el proceso de ratificación en los términos que marca la ley; y
 
4.    Lo anterior, sin menoscabo de que en su oportunidad se examine en lo individual y hasta sus últimas consecuencias, el desempeño de cada uno de los servidores públicos que conforman el Poder Judicial del Estado.
 
Es importante destacar que el trámite concluido no prejuzga, en ningún sentido, respecto de las acciones previas, o ulteriores, a cargo de los propios juzgadores que pudieran implicar responsabilidad; ello, con independencia de si se trata de servidores públicos sujetos o no a un procedimiento de ratificación.
 
Lo que se traduce en que el Consejo de la Judicatura, en uso de sus atribuciones y en cabal cumplimiento de las mismas, actuará conforme a derecho proceda en todos los casos.
 
Quien pretenda ver en esta serie de acontecimientos y en la citada resolución, tres pies al gato o tenebras de cualquier índole no solo se engaña a sí mismo, sino que confunde a la opinión pública. Los hechos ahí están al alcance de cualquiera, son públicos y, por su naturaleza, incontrovertibles.
 
Lo demás, lo demás son ganas de estar fregando y opinando a lo baboso.
 
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NOSOTROS Y EL COVID

El COVID es un tema del cual no me he ocupado en este espacio, excepto de manera tangencial. De él, creo que se pueden decir muchas —demasiadas— cosas y serían pocas.

Sin embargo, la situación obliga a una reflexión compartida que fuerce a la acción colectiva; al margen de dimes y diretes, más allá de echar culpas; ahorita, nos es tiempo de preocuparse a lo loco ni de lanzar recriminaciones a diestra y siniestra, sino de ocuparse y aportar nuestro granito de arena para que esta situación se supere lo más rápidamente posible y de la mejor manera.

Vamos a decirlo en forma resumida: Chihuahua suma diez muertos por coronavirus en un día;[1] por lo que hace al país, en México se registran 30 mil 671 contagios en un día, nuevo récord en toda la pandemia, pues el 18 de agosto de 2021 —en plena “tercera ola”— se reportaron 28 mil 953 casos positivos; y de los estados con mayor porcentaje en ocupación de camas está Chihuahua, con el 54.77%;[2] la Entidad registra 86.114 casos y 8.831 fallecimientos desde el inicio de la pandemia;[3] y, no se nos olvide, la variante Ómicron del Covid-19 está ya circulando en Chihuahua.[4]

¿Qué sigue?

Que cobremos consciencia.

No puede detenerse la nación de nuevo. El horno no está para bollos. México no se ha recuperado de la parálisis económica que el 2020 impuso al país. Adoptar medidas igual de rigurosas que en aquel entonces condenaría al país a la debacle. No hay condiciones (ni económicas, ni sanitarias, ni políticas, ni sociales) para enfrentar una medida de esa índole.

Solo nos resta a nosotros, los ciudadanos, actuar de manera responsable. ¿Puede no salir de casa? No salga. ¿Necesita salir? Salga y tome sus precauciones. ¿Qué precauciones? Uso de cubrebocas constante —que no sea de tela es muy importante—, lávese las manos, use sanitizante y manténgase informado. ¿No necesita salir, pero quiere hacerlo? Ándele pues, necio, salga, pero tome precauciones. ¿Tiene síntomas de resfrío, como catarro, tos, dolor de cabeza, etc.? No salga, guárdese en su casa; si no lo hace por usted, hágalo por los demás. ¿Tiene síntomas? No caiga en pánico, muchas personas se recuperan, solo cheque con frecuencia su temperatura y niveles de oxígeno; la cosa es que, si nos enfermamos, no seamos todos al mismo tiempo. ¿Anda en la calle porque debe trabajar? Airee los espacios, emplee sanitizante, evite las multitudes, cuide la sana distancia. No se abrace, no se bese, no salude de mano (salude como los apaches de las películas: diga “hau” y levante la mano derecha con la palma al frente). ¿Tiene un negocio? Ábralo, atiéndalo —por usted y sus empleados—, pero adopte las medidas pertinentes.

La palabra clave en este momento es una: prevención. Hay en la red una breve entrevista que Arturo Elías le hace al dr. Francisco Moreno; lenguaje ameno, sencillo, claro e informado; véala, no le tomará mucho tiempo hacerlo; está visible en el sitio de Internet (https://mx.video.search.yahoo.com/search/video;_ylt=AwrE1x3ZK9th1ekA61_D8Qt.;_ylu=Y29sbwNiZjEEcG9zAzEEdnRpZAMEc2VjA3BpdnM-?p=dr.+Francisco+Moreno+Arturo+El%C3%ADas&fr2=piv-web&type=E211MX714G0&fr=mcafee#id=6&vid=1b718c580eeff259804fd4c132343f25&action=view).[5]

Cuídese usted y cuide a los demás, que Dios nos cuida a todos.

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[1] Artículo de la redacción, titulado: “Chihuahua suma 10 muertos por coronavirus en un día”, publicado el 5 de enero de 2022. Visible en el sitio: https://www.infobae.com/america/agencias/2022/01/05/chihuahua-suma-10-muertos-por-coronavirus-en-un-dia/ Consultado el 9 de enero de 2022 a las 10.30 am.

[2] Artículo de la redacción, titulado: “Coronavirus en México: se registraron 30 mil 671 contagios, nuevo récord en toda la pandemia”, publicado el 8 de enero de 2022. Visible en el sitio: https://www.infobae.com/america/mexico/2022/01/09/coronavirus-en-mexico-se-registraron-30-mil-671-nuevos-contagios-nuevo-record-en-toda-la-pandemia/ Consultado el 9 de enero de 2022 a las 10.35 am.

[3] Artículo de la redacción, titulado: “Chihuahua registra 86.114 casos y 8.831 fallecimientos desde el inicio de la pandemia”, publicado el 9 de enero de 2022. Visible en el sitio: https://www.infobae.com/america/agencias/2022/01/09/chihuahua-registra-86114-casos-y-8831-fallecimientos-desde-el-inicio-de-la-pandemia/ Consultado el 9 de enero de 2022 a las 10.40 am.

[4] Artículo de Vanesa Rivas titulado: “Variante Ómicron del Covid-19 estaría ya circulando en Chihuahua”, publicado el 27 de diciembre de 2021, por el periódico El Heraldo de Chihuahua.

[5] Consultado el 9 de enero de 2022 a las 10.45 am.

LOS PENDIENTES.

 
Cuanto nos depara el futuro siempre es un misterio, un arcano pendiente de develar. No obstante, la única forma de darle cierto sentido a la existencia, un atisbo de certidumbre, digamos, es creer que podemos torcer nuestro destino (aunque sea un tantito) como los capitanes de barco dirigen sus navíos: a golpe de timón, de olfato, de rumbo, de pericia; o, lo que es lo mismo: de voluntad, de intuición, de experiencia e inteligencia.
 
Así las cosas, este año, lejos de lamentarme porque no leí lo que iba a leer, lo que quería leer (nomás yo llevo seis libros a las vacaciones, pierdo uno y me traigo siete, ¡así nunca hijo mío!) y de hacer una glosa de lo que sí leí (el espacio no alcanza y ya habrá tiempo, esperemos), estos párrafos los dedico a hacer un sumario de mis pendientes inmediatos. Es decir, por este medio, me emplazo públicamente a mí mismo para que, cualquiera de mis escasos lectores (ya vamos en veintisiete, muchachos) me pueda decir cuando me vea: “¡eh, tú, pos no que…!”. Empezamos.
 
El primeritito es adelgazar. En otros lados he escrito esa frase memorable de mi compadre César Jáuregui que decía: “yo soy talla treintaiséis, pero en la treintaiocho me siento a toda madre” (ahorita ha de andar como en la cuarentaicuatro), así yo; yo era veintiocho allá por mis mocedades y ahorita el treintaiséis me cierra apenas; me abrocho un pantalón o una camisa y los ojales me pelan tamaños ojotes; las costuras apretarían los cachetes (si tuvieran) y, si se pudieran reír, se carcajearían. Así que lo primero, primero, primero, es dejar de tomar cerveza y hacer las tres comidas fuera de casa; y lo segundo, comer más verdura, menos carne, beber más agua y comenzar a hacer ejercicio; mínimo caminar, trotar, correr, arrastrarse penosamente, seis kilómetros por día. Mínimo.
 
Y hablando de ejercicio, eso me lleva al tercer pendiente. La ida a Santiago de Compostela. Todo enero, lo vamos a dedicar a planear el viaje. Lo conjugo en plural no como la famosa mosca aquella de “¿vamos?”, sino con la certidumbre de que así será, siempre cuando y Dios quiera. Confiemos en que sí, total, la ida tiene una pizca de misticismo y un mucho de fervor. A la aventura, ya se apuntó mi amigo, el Lic. Alejandro Tavares Calderón, quien incluso me avitualló con un adminículo electrónico de lectura, por aquello de que no ande yo cargando una biblioteca en físico… como la vez pasada.
 
Otro que dijo que sí (vamos a ver si no se nos rompe), es el Lic. Juan Enrique López, mejor conocido como el “Lengua de Hacha”; quien en alguna reunión expresó su intención de sumarse a esta caravana mínima de tres, porque el otro que ya expresó su anuencia fue el Adolfo. O séase, con esos tentativamente ya vamos cuatro.
 
De este modo, quienes quieran ir, sería necesario que se acercaran a quien esto escribe, o a Lic. Tavares, para manifestar sus devotas intenciones y estar en aptitud, a más tardar en febrero, de organizar el evento pues, aunque no lo crean, tiene su cierto grado de dificultad: impedimenta, viaje ida y vuelta a Europa, reserva de trenes, hospedajes, etc.
 
Para ese fin, junto con los seis kilómetros diarios, estoy pensando en ir a San Judas, a pie, una vez al mes (debo como seis mandas, solo Dios y yo sabemos el porqué); quienes se quieran sumar a esas jornadas pías, favor de contactarme. Por lo pronto, la gente del despacho del Lic. Granados (la famosa “Tortuga” de inquieto dormitar) y aquellos otros que han trabajado a su lado en multitud de menesteres los últimos meses no se hagan los disimulados. Están notificados (Luisito, tú también, no te hagas).
 
Pendientes hay más, pero el espacio se agota. Solo me resta desearles a todos mis lectores un maravilloso 2022; que Dios los guarde y los guíe, que no nos deje de su mano; que haya sueños, muchos sueños, por cumplir y que se cumplan; que la vida nos alcance y nos sea plena; un abrazo muy cálido y aquí seguimos.
 
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Luis Villegas Montes.
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