LA REFORMA AL PODER JUDICIAL EXPLICADA EN 2 MINUTOS.

Ha circulado, con muchísima mala fe, un documento que lleva por pomposo título: “La iniciativa de reforma constitucional presentada por el PAN en Chihuahua en materia del Poder Judicial atenta contra la independencia judicial”. A reserva de desenmascarar el origen de tamaño infundio (lo que haré el próximo fin de semana y porque urge), he aquí algunas consideraciones.

No hay en el mundo un ejercicio legislativo, uno solo, del que se pueda decir que es intrínsecamente “bueno” o “malo” para el 100% de la población.

Heterogéneas (y cada día que transcurre más), múltiples, plurales, poliédricas, complejas, las sociedades modernas cada vez son más difíciles de concebir como un “todo” amalgamado y coherente, fruto de la mera aglutinación.

En una campaña electoral, por ejemplo, se parte de que la sociedad está “fraccionada” por circunstancias diversas. Es más, clasificar al electorado por estratos es útil porque permite identificarse con él de una manera más eficaz y luego, en función de ello, diseñar el mensaje, seleccionar el tema de campaña, perfilar la imagen del Candidato, etc. De hecho, el éxito de la propuesta electoral depende más de los deseos y exigencias de los votantes que de otra cosa. El elector atiende solo aquello que quiere atender.[1] Al respecto, incluso, se ha dicho que: “En materia de mercadotecnia y comunicación política, la creatividad no alcanza su mayor fuerza en lo que el público ve, sino en lo que el público siente”.[2] Por eso se habla se sexo, edad, grado de escolaridad, ingreso, etc., porque “cribando” estos datos se determina quién, cómo, cuándo, dónde y porqué.

Así ocurre con una iniciativa de Ley; para unos podrá tener múltiples ventajas y beneficios; para otros, constituir el summum de la maldad, la estulticia o la majadería (ahí está el asunto de la reforma eléctrica, por si no me cree).

Lo anterior, es bueno tenerlo presente porque en el ejercicio de la actividad legislativa, la buena fe se erige como principio fundamental. El debate no puede iniciar, ni mucho menos concluir, desde la descalificación tajante porque, entonces e inevitablemente, se va a “atorar”.

Así las cosas, los beneficios de la reforma propuesta saltan a la vista, para quien quiera verlos:

  1. Respecto de los magistrados:
  1. A querer y no, se democratiza la selección de estos, pues saca de la órbita exclusiva del Consejo de la Judicatura su designación (recuérdese que fueron Javieruchis y su Luchis), los que impulsaron el modelo actual, sin que existe una sola prueba, una sola, de que el modelo previo era regular, malo o pésimo. Fueron sus tompiatitos el origen de la reforma;
  • El modelo propuesto permite la inclusión, en el proceso de selección, de los tres poderes. Es más, si se quiere ver así, el modelo federal es más restrictivo. Dice el artículo 96 de la Carta Magna, en su primera parte: “Para nombrar a los Ministros de la Suprema Corte de Justicia, el Presidente de la República someterá una terna a consideración del Senado, el cual, previa comparecencia de las personas propuestas, designará al Ministro que deba cubrir la vacante”. Y lean el segundo párrafo: “En caso de que la Cámara de Senadores rechace la totalidad de la terna propuesta, el Presidente de la República someterá una nueva, en los términos del párrafo anterior. Si esta segunda terna fuera rechazada, ocupará el cargo la persona que dentro de dicha terna, designe el Presidente de la República”;[3]
  • Con lo mecanismo propuesto en la Iniciativa, y sin duda, se pone fin a la simulación;
  • Se impide que solo haya magistrados cuyo origen sea interno y se permite que abogados y abogadas externos participen en el proceso y renueven la Institución, y
  • Finalmente, se llena el vacío QUE ACTUALMENTE EXISTE pues hay demasiadas vacantes en el seno del Poder Judicial. Hay tres en Juárez y tres en Chihuahua, más las que se acumulen en breve.
  • Respecto del Consejo de la Judicatura:
  1. Se permite que la experiencia se imponga a la improvisación porque los consejeros no tendrán que aprenderlo todo de nuevo;
  • Se evita la concentración de poder en el seno del Consejo en uno o dos consejeros, porque ahora un Consejero conoce solo el asunto que se le turna y sobre él decide;
  • Democratiza, al desaparecer las comisiones, la toma de decisiones en el seno del Consejo, porque todos sus miembros conocen, opinan y deciden sobre todo;
  • Permite que no haya el gasto recurrente de que cada vez que se va un Consejero se despida y liquide al personal; y se aprovecha la experiencia adquirida también de los equipos de trabajo, con lo que se ahorran cientos de miles de pesos, y
  • Por último, se aprovecha y mejora el buen funcionamiento del Consejo de los últimos meses, pues es evidente que está unido e integrado bajo el liderazgo de la actual Presidenta del Tribunal.
  • Además, y no es un tema menor, se obliga a que el aspirante NO SEA deudor alimentario.

Es evidente que, un debate serio de la Iniciativa, demanda que se tomen en cuenta todas estas consideraciones. Es cuánto.

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Luis Villegas Montes.

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[1] HOMS, Ricardo. Estrategias de marketing político. Técnicas y secretos de los grandes líderes, Ariel, México, 2000, p. 103.

[2] RENTERÍA LUNA, Guillermo. El corazón… un as bajo la manga, edición del autor, 2ª. edición, México, 2005, p. 28.

[3] Énfasis añadido.

UN MEMORABLE FIN DE SEMANA

No se quién —no lo recuerdo—, pero alguien, me dijo hace poco, palabras más, palabras menos, que yo debo de estar loco de atar. Que debo estar inmerso en dos, tres o cuatro cosas, para estar a gusto; y sí.

Digo, no que esté loco, sino que me encanta andar metido en la chirinola y son dos o tres, mejor.

Uno de los proyectos en los que estoy inmerso, del que les contaré más a detalle cuando se acerque la fecha, es el de una asociación civil para auxiliar a las niñas, niños y adolescentes que, año con año, son violados, atacados o abusados sexualmente. Esos ataques se perpetran, principalmente, en el núcleo cercano de la víctima (familiares, vecinos o conocidos), y en un afán de hacer algo por ellos, de brindarles apoyo psicológico, médico y legal gratuitos, es que estamos organizando, el Club Chihuahua-Enlace y un pequeño grupo de personas, entre los que se hallan contadores, administradores, médicos, ingenieros, psicólogos, abogados, políticos, ciudadanos de a pie, etc., una asociación civil que desarrolle esta labor. No les puedo contar del entusiasmo de todos ellos; la generosidad, la altitud de miras, la disposición, el compromiso, la colaboración, son palabras que cobran sentido a la luz de este esfuerzo.

Pues bien, el viernes, la licenciada María Ávila nos recibió en su casa para poner en orden ciertos tópicos a ese respecto. Excelente anfitriona como es, yo pensé que aquello iba a terminar en un par de horas, pero no, me equivoqué. María nos ofreció alguna que otra bebida espirituosa (es una forma de decirlo, porque casi acabamos con su cava) y contrató a un músico excelente que amenizó la velada.

En eso hubiera quedado todo el asunto si uno de los médicos presentes y quien ya decidió colaborar en el proyecto, el doctor Jesús Zavala, no le hubiera hecho a los gorgoritos y le gustara la cantadera y la tocadera, porque ahí nomás se organizó la cantada. Y digo “se organizó”, porque en efecto, cantamos los que saben cantar y los que no sabemos también.

Ya casi al final de la velada, y como debe de ocurrir en cualquier rapto bohemio que se respete, me sentí en la obligación de retribuir a la anfitrionía de la licenciada Ávila y a la magnífica interpretación del doctor Zavala y declamé el único par de poesías que me sé; que me sé a medias, conste, porque sin el auxilio del celular nomás no me salen. Total, hubo los aplausos de rigor y tantán.

Pero no, resulta que me equivoqué por segunda ocasión porque, ya encarrilados, el sábado decidimos continuar con la pachanga —por lo menos el doctor y yo— en compañía de nuestras respectivas parejas. Apadrinados por el ingeniero Sáenz, quien por alguna razón no pudo asistir, fuimos a una cata-maridaje en un hotel de la ciudad y de ahí a un conocido restaurante en Distrito Uno.

Ustedes, a estas alturas (y si ya llegaron hasta estos párrafos y no mandaron la lectura al diablo al segundo o tercero), se estarán preguntando: “¿y a mí qué? ¿A santo de qué los festivos pormenores de ese itinerario, poco edificante por lo demás, deberían ser de mi interés?”. No pues, no. Visto así, como que no resultan muy interesantes mis andanzas. Es solo que ya al final, ya para despedirnos, el doctor Zavala se aprestó para ser comparsa de una locura más.

A mí, siempre, siempre, siempre, me ha gustado Ignacio López Tarso, un señorón sin duda. Pero una de las aficiones que he cultivado a lo largo de los años, ha sido escucharlo (y verlo si se puede) declamar corridos mexicanos. De esos corridos hay uno, Benito Canales, que por alguna razón me mata; pues bien, el doctor Zavala y yo, hemos convenido en que, él a la guitarra y yo de viva voz, haremos un dúo que se inaugure con esa representación. ¿Qué ocurrirá? Solo Dios lo sabe, confío en que, en breve, podamos despejar dicha incógnita.

Por lo pronto, a aprenderse de memoria el corrido y a practicar la voz y el tono.

Carajo, como si no tuviera cosas qué hacer.

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UNA ORACIÓN POR MARÍA.

He meditado mucho sobre el sentido de estos párrafos; estaba casi seguro de que iba a abordar el tema de la reforma constitucional recién presentada, tendiente a reformar algunos aspectos del Poder Judicial. Me parece necesario aclarar el alcance, el sentido y la pertinencia de la misma. Sin embargo, decidí que no; que ese es un tema que puedo abordar la semana que viene o la siguiente o la siguiente incluso.
 Existe algo más urgente, al menos para mí.
Les cuento: como es sabido, María, mi hija, vive en China. Desde hace muchos años se fue a estudiar allá. Chino, primero, la carrera después. Todo era miel sobre hojuelas hasta que llegó la pandemia a echarlo todo a perder. No les cuento de la zozobra que viví hace dos años, hasta que me hice a la idea, terrible, de que no tenía control sobre la situación, de que no había nada que pudiera hacer.
Fue difícil, quizá no lo recuerden, pero en sus orígenes, parecía el inicio de una película de zombis; recuerdo las imágenes de los cadáveres metidos en bolsas de hule color negro; algunos de ellos, creo que en Ecuador, amontonados al tuntún, por doquier.
  En el ínter, mi mamá murió de COVID, el dolor se sumó al desconcierto y, ya ven, sobrevivimos al 2020; luego llegó y se fue el 2021 y parecía que la cosa se serenaba. Nos acostumbramos a vivir con cubrebocas, a empaparnos las manos en alcohol, a cargar con gel o cualquier otro sanitizante, a la sana distancia y a saludarnos “de puñito”.
  Pero en China la cosa no amainó. De hecho, en Shanghái, las cosas evolucionaron para mal. Al momento de escribir estas líneas, una ciudad de más de 25 millones de personas se ha convertido en la cárcel más grande del mundo.
  Sus ciudadanos son prisioneros de la autoridad y, al menos por el terror que viven algunos de sus habitantes, lo de las películas de zombis se ha hecho realidad en parte; para ellos son realidad los desalojos a la fuerza de sus casas; hijos, hermanos, esposos, son arrancados, literalmente, de las manos de sus familiares; los supermercados sin mercancías, las calles vacías, el racionamiento de víveres, la policía enfundada en monos blancos con máscaras protectoras, el confinamiento de contagiados en improvisados refugios, el hacinamiento, el pánico a ser “detectado”, son el pan de todos los días para millones de personas, chinas o no.
  Así vive María. La semana pasada nos mandó la información relativa a ella, su número de pasaporte, su dirección, etc.; así como los números de la embajada y el consulado; el escueto texto que acompañó esos datos solo decía: “por si me llevan”.
Por primera vez, vuelvo a sentir ese miedo primigenio.
  Odio con toda mi alma a ese gobierno de imbéciles que obliga a sus ciudadanos a salir cada semana a hacerse pruebas obligatorias, poniéndolos en riesgo innecesario pues con uno solo de los encargados de realizarlas que esté contagiado, se corre el riesgo de contagiar a cientos, o a miles, de personas.
Yo soy creyente; puede que no sea practicante, pero soy creyente. Los motivos que explican dicha circunstancia son largos, confusos y difíciles de explicar, sin embargo, es así. El sábado, ni más ni menos, fui a San Judas a pie (me faltan cinco idas), acompañado por Luis Abraham. La invitación no la hice extensiva porque la última vez quedé muy mal y dejé plantada a una pequeña multitud. El sábado fui con Luis y Denis para retomar esa sana y devota práctica (para la siguiente prometo invitar y no dejar plantada a ninguna persona), a agradecer y a pedir por María.
  Ese es el motivo de estos párrafos, pedirles a quienes estén en buenas relaciones con Dios nuestro señor, una oración. Porque la cosa termine, porque la cosa concluya de una buena vez y en definitiva y porque acabe bien. Porque en breve, un mes, digamos, esté abrazando a María aquí con nosotros, en su casa, sana y salva.
La moraleja se cuenta sola: cuídense. Cuidémonos. Sigamos haciendo uso de todos los implementos, herramientas y mecanismos que el sentido común pone a nuestro alcance para protegernos. Hay que salir, sí, lo digo en serio y sin contradicción alguna. Hay que seguir viviendo, solo nos tenemos los unos a los otros para salir adelante, sí; pero hagámoslo de manera responsable.
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RESPUESTA A LA GATA FLORA. 3ª. DE 3 PARTES.

Continúa La Gata: “Es previsible que las convicciones personales de los poderosos se eleven o mantengan en rango constitucional y en particular en esferas que tienen que ver con los temas de interrupción legal del embarazo, perspectiva de género, familia tradicional, matrimonio igualitario y eutanasia”; de este párrafo destaca ese prejuicio trasnochado inservible para cualquier debate serio; es decir, ¿las convicciones personales de los poderosos son siempre las mismas? ¿En todos los ámbitos? ¿Dónde empieza el grupo de “los poderosos”? ¿A partir de qué nivel de ingreso? ¿De qué puesto o cargo?

Luego agrega: “Sin iniciativa, como ya afirmé, se pretenden realizar consultas ciudadanas transgrediendo la propia Ley Orgánica del Poder Legislativo del Estado de Chihuahua en sus artículos 185, 186, 187 y 188”. El primer artículo reza así: “En caso de que por su trascendencia y relevancia para el Estado, una iniciativa deba someterse a consulta, la Comisión o Comisiones correspondientes solicitarán a la Junta de Coordinación Política, la autorización para llevarla a cabo”. ¿Una reforma constitucional integral no es trascendente ni relevante? Definitivamente sí, ¿dónde está la ilegalidad? ¿En qué parte de la Ley dice que la consulta deber ser realizada necesariamente después de presentada la iniciativa? ¿O dónde se prohíbe que se realice de manera previa? La interpretación de la minina es estrecha y hecha de muy mala fe, por decir lo menos.

Después señala: “Se trata de una reforma que no tiene contrapeso en una visión de izquierda democrática, papel que se observa en el comportamiento partidocrático de la fracción de Morena y el resto de las formaciones partidarias”; otra vez la burra al maíz; la descalificación sin cortapisas, sin argumentos; cabría preguntar dónde está esa izquierda democrática. La democracia es, en sí, debate y participación. No existe una democracia ideal, ni teórica, ni alimentada de buenas intenciones. La democracia solo es posible en los hechos, el debate y la conciliación. Nadie que descalifique a priori puede llamarse “demócrata” ni puede, ni debe, cuestionar a otros que intentan un ejercicio dialéctico desde los opuestos.

En términos generales la democracia es una forma de gobierno en la que el pueblo es el origen, el sostén y la justificación del poder público. Como decía Abraham Lincoln de la democracia: “Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.[1]

La democracia es un régimen que se esfuerza por hacer participar al mayor número de ciudadanos de una manera efectiva en los asuntos políticos del Estado. La democracia, pues, no se refiere al conteo de votos en las urnas —si eso fuera así, México habría sido siempre un país ejemplar pues los votos llevan contándose desde hace décadas—[2] sino más bien, a la garantía para que los ciudadanos sean oídos y escuchados por el poder público y copartícipes de las decisiones de gobierno.

Nada más. La democracia es una posibilidad, solo eso.

Posiblemente entre tanta confusión, entre tanto chillido y llanto, la felina criatura terminó purgada; otra vez, confunde la gimnasia con la magnesia, pues, sin venir a cuento, remata su reflexión diciendo: “mientras no se haga público el expediente de la nómina secreta que involucra con responsabilidades penales a la gobernadora, no se puede creer en ningún espíritu de reforma del poder”. ¿Qué tiene que ver una cosa con otra?

Quizá, lo único rescatable de su escrito sea el remate: “Empero y por tratarse de los derechos de los chihuahuenses, los ciudadanos deben ponerse en alerta y movilización […] Nadie va hacer por la ciudadanía lo que esta no haga por sí misma”.

Y es así por dos razones: la primera, porque en efecto, nadie va hacer por el pueblo lo que este no haga por sí mismo; pero nadie, absolutamente nadie, puede afirmar con razón que es la encarnación del pueblo o el intérprete de su pensamiento o sentir; hacer de “el pueblo” un ser, un ente, un órgano, una masa uniforme u homogénea, es un engaño; erigirse en adalid del pueblo cuando, como es el caso, no se tiene absolutamente a nadie detrás que lo apoye en sus dilates no solo resulta ridículo, es patético. La segunda porque, por fin, se pone punto final al chorrillo de sandeces.

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[1] CIENFUEGOS SALGADO, David. “Principios básicos de los sistemas electorales” en Justiciabilidad electoral en México. Reflexiones, retrospectivas y retos. Daniel Ruiz Morales y David Cienfuegos Salgado (coords.). Tribunal Electoral del Estado de Veracruz, México, 2013, p. 251.

[2] Existe en nuestro país un clima de “anormalidad” democrática “construido como contexto textual de las elecciones”; e inclusive, dentro de las perspectiva de poner el énfasis en la reforma institucional, las elecciones “ponen en juego ‘la reforma del régimen político’, la instauración de un ‘presidencialismo acotado’, el ‘cambio de fondo de las reglas del juego político’, ‘el cambio en la forma de gobierno’”. RABOTNIKOF, Nora y René Millán. “Los discursos de la democracia” en La sociedad mexicana frente al tercer milenio, tomo II, Miguel Ángel Porrúa, México, 2001, pp. 171-188, p. 175.

RESPUESTA A LA GATA FLORA. 2ª. DE 3 PARTES.

Como cuarto aspecto, afirma la Gatúbela indígena: “Aunque es una reforma legislativa, de antemano ya cuenta con el apoyo de los otros poderes, todos a merced y disposición del Ejecutivo lo que hace previsible que se decida finalmente dentro de los círculos del poder en divorcio con de la sociedad”. ¿Así, tan tajante? ¿La sociedad? ¿Cuál sociedad?

Porque, precisamente, la pretensión de la convocatoria es sumar visiones en un colectivo que procure concurrir en las coincidencias, no en las diferencias, de tal suerte que la sociedad en general (sindicatos, colegios, sectores, grupos de interés, etc.) y la sociedad representada en el seno del Congreso local y su clase política (pueblo de Chihuahua y partidos políticos), procuren un gran acuerdo que derive en una reforma constitucional. Proyecto ambicioso, sin duda, pero plausible a partir del entendimiento y la buena voluntad que, se supone, debe privar a la hora de pensar y hacer política.

Como lo sostuvo en su momento una destacada politóloga: “Hay que pensar que en la política hay mucho de pragmatismo y de cálculo de oportunidad; la política es un asunto de muy corto plazo”;[1] no hay que temer de esa singularidad del quehacer político; por el contrario, es necesario encontrar las fisuras del alma (y del corazón y cerebro) en la clase política, para alcanzar esa meta ya reseñada, mezcla de entendimiento y voluntad, pues, hoy, como ayer, sigue siendo válido decir, junto con don Efraín González Morfín, que: “la política por la política no vale la pena, la política es un instrumento para la solución de los problemas del pueblo”;[2] y sin el diálogo permanente, lo único seguro es que esas soluciones no llegarán jamás.

Pero, ¡claro!, eso no puede entenderlo quien se ha gastado la vida en un diletantismo perenne y una utopía incompartida, mezcla de ideologías trasnochadas mal entendidas y nunca aplicadas.

Como quinto aspecto, afirma la bichita, bichita: “Extrañamente no se cuenta de inicio con un proyecto acabado que permita definir lo que se pretende. Es una reforma sin iniciativa, a diferencia de la reforma del mismo tipo que se inició en el gobierno panista en 1995 y que se escoltó con una iniciativa puntual”. ¿Por qué lo de extrañamente? ¿Por qué el adverbio doloso? ¿Qué tiene de malo o de extraño que se busque un consenso preliminar en un tema tan arduo como una reforma constitucional integral? Esas son ganas de jo…robar, sin duda; y hacen del conocido mote de La Gata Flora, no solo un mote bien ganado, sino adecuado y pertinente para identificar a quien, como Toña Machetes, no ve más allá de sus tompiates.

Lo cierto es que todo mundo puede opinar, como en ese asunto de Will Smith y el bofetón a Chris Rock —y lo que se diga es válido, según el punto de vista que se tenga—, pues Smith puede ser visto como un caballero negro, montado en su caballo blanco, defendiendo a su princesa de cuento de hadas; un hipócrita que se rio primero del mal chiste y después subió al escenario, en un calculado arrebato de ira, a voltearle las muelas al revés al pobre Chris; o como un energúmeno incapaz de reprimir sus impulsos violentos.

A lo que quiero llegar es a que, en este asunto de las redes sociales, siempre habrá ocasión para un oportunismo irresponsable e imbécil; todo depende de quién, cómo y dónde opine; y quién, cómo y dónde le preste oídos.

Adiós valores, convicciones, creencias perennes…, la selva inmunda, pues; el hábitat repugnante de las gatas y gatos callejeros, sin Dios, ni bandera, ni Patria, ni ley.

Continuará…

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[1] Soledad Loaeza. “El PAN, la cuenta larga del Tiempo”. Gastón Luken Garza y Virgilio Muñoz. “Escenarios de la Transición en México”. Ed. Grijalvo. México. 2003. Pág. 56.

[2] Cuaderno de trabajo de “Introducción al Partido”. Secretaría Nacional de Formación y Capacitación Política del CEN del PAN. México. 2002. Pág. 13.